martes, julio 16, 2019

   Te encontré como la pulsera que crece en el Sol del horizonte.
   Me parpadeabas la noche, y te sentí extraño e invasor.
   Viniste danzando a los árboles, sintiendo las estrellas jugando con tu pulso.
   Te besé la marcha y sonreí tu estela, pero en silencio dije me siguieras.
   Conseguí distancia y confianza entre burbujas y coraje. En cuatro paredes rojas salpicadas de caras.
   Te quise entre sábanas limpias y olor a mar, y así en la primera caricia, cuando besaste antes mi mano que mi despedida, me gané e hice nuestro aquel día que decidimos intercambiar sentimientos en palabras.
   Una valentía a horcajadas del viento que latía la arena. 
   Nos tuvimos un día entre sueño y lunares entrelazados, en constelaciones de carne y hueso.
   Perdidos en el alfabeto de tu cuello, y pensando en un viaje de ida.
   Nos manché de tinta mientras me cubrías con la mirada en un abrazo interminable.
   Te quise en un momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario