De forma suave, pero frenética te busqué en el Sol.
Fuiste la belleza del mediodía en las plumas del cielo.
Me derretí a tus velas llenas de estrellas, que te tenían como la luna del mar que perseguía la marea.
Viajé a ti a través de letras, de un caminito directo a tu piano, a tu universo lleno de aires suspirados, con miradas no dichas.
Entré por tus piernas y dos palabras me persiguieron hasta amarlas.
Me recuerdas al amor que tenía olvidado.
Contigo no brindé a copa rota.
He tenido noches de cristal que quiero atesorar entre mis venas.
Me arrepiento de no haberte dado mis raíces esta noche.
Tenía miedo que te frenasen de nuevo a tu esperada llegada.
Te quiero con la vida, atados a las palabras que te dije y no pronuncié a ojos abiertos.
Te despedí entre mis manos, y entiende, que sienta un crujir en mi cuello.
Ahora tendré que esperar hasta poder llegar a casa.
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