domingo, mayo 27, 2018

   Espero continuamente a que las luces toquen el cielo de alguna forma que no hiera a las bestias que bailan a las sombras del fuego. 
   Ellos sí que devoran ascuas donde llegan las estrellas.
   Ni las cenizas pueden volar a la velocidad del calor de sus ojos. Nunca paran. Tienen demasiado por lo que luchar, pero pierden flores a su paso. Se quedan sin raíces.
   A las orillas de los truenos pierden sus voces.
   No les queda verdad. Solo los cortes que rellenar con la arena de la luna de plata, que tiñe de verdadera luz las entrañas del bosque, que desata a sus queridas bestias. Qué no sería sin ellas.
   Ahora que las cicatrices de sus iris han quedado descubiertas, quedan nombradas como territorio anticonquista.
   Ahora, ahora que solo acaban de firmar una tregua con la tierra bajo sus pies solo guardan silencio. 

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