Aquellas horas parecieron mundos paralelos.
Demasiados chupitos y copas bailando entre las venas, y yo, bailando en tu entrepierna.
Que me vuelve más fiera que mujer de letras.
Y qué decirte de aquel instante en tu cama. Que fuiste un domingo pasajero en mi piel, que te desahogas como nuestros sábados y me diste qué pensar el lunes.
Aquella mano resbaladiza por el hueco frío de mi corazón se divierte cuando te ve surcando el asfalto tomando esas curvas tan cerradas, mirando a la entrada de mi sujetador.
Juega conmigo en alguna montaña a escondernos entre gemidos para no aparecer como estrellas en un cielo nocturno, lleno de bestias que nos llamen en el momento de empezar o antes de acabar.
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