lunes, noviembre 21, 2016

   La suavidad de la pena viaja en carros de plata por los cráteres de la luna y las pieles que rozan el oro sin alas.
   Tan efímero es el momento cuando preguntamos dónde está, ya viaja por los rizos de alguna señora con tantas amarguras como las lágrimas de alguna doncella guarda-secretos, que utilizamos para las sogas calla-bocas.
   Escribimos con tantos errores como hablamos, manchando las hojas de tanta sangre y piel desprendida, cual carnicería marcada.
   ¿Por qué nunca encontramos un sentido entre los dedos encendidos de todas aquellas manos atronadoras que aclamas cabezas?
   Preguntas tan largas con traducciones complicadas y con un significado abismal.
   El miedo a no entender la poesía, aquel con el que crecí, se acuesta todos los días en mi cama a contemplar la hora mágica de la luz y la nuestra.
   Los puntos se expanden tanto que averiguamos qué trazo del pinto es el primero.
   ¿Qué ojos ven?
   Bocetos de vida.

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