jueves, octubre 13, 2016

   No hay necesidad.
   No hay necesidad de mirar el oscuro reflejo de mi cadavérica cabeza, en este bosque de turbulentas olas de océano. Los ojos ruedan en sus cuencas intentando encontrar la madriguera de alguna estrella, de la cueva de la luna o la cascada del sol.
   Qué ilusión es la de la tierra en un ensueño de un barco balanceado en la que cada tabla, bote y camarote están hechos con piezas de su hermana miseria, de su padre olvido, de su hijo odio, de su madre tristeza y su hija desesperación.
   Aquí las velas son sopladas por los pulmones de una servidora, antaño llenos de ilusión y esperanza, siempre embarcada.
   Qué canción marinera puedo cantar si mi barco solo lleva una mujer en un botella de cristal.

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