martes, diciembre 08, 2015

   Y, al igual que busco páginas en blanco ansiadamente, mis ojos se pierden al encontrar polvo de ángel y comenzar a ver caras mortales muertas, que desprenden antigüedad por la piel comida y se volatiliza en los aires del tiempo. Como mis sentimientos entre cortinas de canciones llenas de polvo. Mi vida entre los fuegos de dos pistolas. 
   Y, sin poder hacer nada lo reflejo en tinta sobre piel mientras que, esta se queda atrás por escalar vallas con crueles pinchos, para que desee volver a casa y dejar de morir cada día.
   Cada domingo iba a la iglesia para no entrar en las entrañas del mundo. Los santos ven a través de mis ojos y no impiden la muerte en las alcantarillas, callejones o maleteros de cualquier verdugo sin guadaña y de extinguida conciencia. 
   Himno del caos que resuena en cada momento, que intenta eliminarme, ni siquiera puedo dedicarle unas rimas de las de antes.
   Tendidos en la acera, cual ánimas, suplicando volver a bajar, para olvidar, de la tierra carente de color.
   Las notas, las únicas notas que se entonan, son las de las monedas golpeando a las palmas de las manos y billetes rasgando la piel y los orificios de la nariz. 
Cada maldita esperanza y signo de libertad tirados, arrastrados por la mierda en la que gateamos.
   Quiero volver al fuego, chicos, la sangre que se acumula en mis manos realmente me está matando.

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