Acompaño a los cuervos con mis volantes granate y mis joyas escarlata, cogidas por la plata. Las sombras cambian de forma y los ojos dejan ver las venas que llevan dentro para terminar en la pupila.
Tocar corazones calientes con manos moradas. Viscosos y empalagosos corazones para dar de comer a las crías.
Con un aro de fuego extendiéndose alrededor y con las tijeras que se sacan del pecho de un traidor. Sigo cortando vidas. Seguimos haciendo daño y, aun así, crecen las rosas de nuestros esqueletos.
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