Y aquí estoy. Recién levantada de una cama que no es
mía, a la misma hora de todas las mañanas. Sirviéndome un café solo como único
acompañante.
Mirando a
las paredes de una habitación que no es mía, bebiendo de una taza que no es
mía.
Mirando el frío que hace en esta ciudad que no conozco.Volviendo a los recuerdos que
fueron y a los sueños que podrían haber sido.
Recordando
a mi mejor amigo calvo con pintas de mafioso, que no encajaba de abogado,
siempre ayudando a los demás. El mejor baterista que he conocido. El que
siempre fumaba ese asqueroso tabaco que impregnaba su olor en todos los
muebles. Siempre acudía a él en casos que necesitaba consejo y ayuda, aunque sabía
que estaba enamorado de mí.
Al pesado
del guitarrista de mi grupo, que se empeñaba en destrozarse la vida, aunque ya
la tuviera resuelta por el dinero de sus padres ricos. Solo decía que quería
perseguir sus sueños y que eso no hacía infeliz a nadie. El que me hizo conocer
todo este mundo. Cómo la chica que amaba le dejaba por otro.
A mi
pequeño bajista de pelo azul de quince años. Lleno de piercings por todos
lados, intentando imitarnos fumando y vistiéndose como nosotros. Cuando lo
conocí, hice prometerle que sería el mejor. Era tan maduro para su edad… Era, de
todos nosotros, al que peor le había tratado la vida, obligándolo a
prostituirse para las mujeres para conseguir dinero. Nunca nos lo dijo, pero me
dolía verlo cómo se marchaba por la puerta de mi casa cuando le llamaban al
móvil para más trabajo. De lo que me dolía que se enamorase de la mejor persona
que podría conocer y dejarla porque no podía salir de ese mundo.
A mi novio,
que era la mejor persona que conocía. Lo conocí en un concierto de nuestro
pueblo. Tocaba como nunca nadie había hecho. Me arregló la vida a base de
partituras, compases, sonidos, caricias, besos y sexo. Pero todo se fue a la
mierda cuando murió en mi veintiún cumpleaños en un accidente de tráfico por
culpa de las drogas. Le quería tanto y se marchó así... Le quería tanto.
A mi única
y mejor amiga que he podido tener. La que parecía un perrito juguetón y
obediente. Recuerdo cómo venía a mi cama llorando porque un tío la había
dejado y de cómo al día siguiente se volvía a enamorar. De cómo se destrozó la
vida quedándose embarazada del peor tío con el que podía haber salido, en vez
de escoger al único que podía hacerla feliz, solo porque quería que su hija
conociese a su verdadero padre, aunque éste fuese infiel.
Ellos son
como las marcas de la cuchara de plata en el fondo de la taza con la que
remuevo el café, imborrables. Incluso me echo la culpa de que no sean felices.
De que no nos hubiéramos dado cuenta de lo mal que iban nuestras vidas.
Me
encantaría volver a los días en los que tocábamos juntos, divirtiéndonos y llegando
lejos entre los escenarios, los gritos de los fans, la cerveza y el tabaco.
Entre el amor y la amistad.
Solo sé que estamos así porque no luchamos contra lo que nos parecía injusto, aunque fuéramos rebeldes y locos. Nos daba miedo casi todo. Me arrepiento de no haber luchado. De que no lo hayamos hecho.
Solo sé que estamos así porque no luchamos contra lo que nos parecía injusto, aunque fuéramos rebeldes y locos. Nos daba miedo casi todo. Me arrepiento de no haber luchado. De que no lo hayamos hecho.
NN
No hay comentarios:
Publicar un comentario