miércoles, agosto 15, 2018

   Es ahí, cuando surca un mar de oro, con las velas empujadas por el cielo.
   Subido a una copa de cristal, desafiando los rayos del Sol y al alcohol suave.
   Con un sonido y balanceos constantes, no calla su canción de cuna, en compañía de una vela temeraria, creyéndose farol de las aguas.
   No hay palabras para ignorar o descansar al suave algodón que llevas a la tierra.
   Cierra los ojos, amor mío.
   Ya habrá tiempo de trabajar en el invierno.
   Mantente digno ante las horas o escóndete de ellas, porque la brisa es demasiado débil para llevárselas.
   Arrancarlas del Ser con la indignación de mi filo.

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