miércoles, abril 18, 2018

   Hola, de nuevo, a mi temporal.
   Te he sentido todo este tiempo, nada discreto. Aunque, también te he seguido callada por todo el camino ruidoso hasta ahora, jugando a quién derrumbaba antes aquella montaña de arena.
   No sabíamos que los escombros se amontonan, no sabíamos que jugábamos sin final, apenas descansando. Pero aun siendo estúpidamente crueles, tenemos risa.
   Es cierto. Quiero derrumbarte hasta que no puedas más. Tenderle la mano a un terremoto de la escala de su mirada a la mía sin pestañear.
   Naufragarte. Romperte a olas sin tregua ni condena.
   Inundarte, porque cariño, admite que te hace falta.
   Sentirte sobre mi piel y no bajo mis pies, que tu altura ya me es suficiente desventaja para pilotar hacia mi destino tan certero, al igual que predecible.
   Es verdad que siento hacerte flor en mi pecho, pero en ti ya se veía venir a seis leguas bajo el mar.
   Todavía no he conseguido plantar bandera ganadora en tu castillo azul turquesa, pero es porque juego constantemente con las letras que me regalaste un día de invierno que no hacía frío, y puede que también sumergiéndome en los versos de tus canciones favoritas, para así, cuando llegue la victoria, hacernos un poquito más a nosotros entre tantas vibraciones contagiosas en noches en las que vemos una sola estrella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario