Querida, tú que has aprendido a enamorarte de las salidas
de color en el límite de tus pinturas, dándote cuenta de
que te sales de la raya al ser tú misma: quiérete.
No hay levantamiento más hermoso que
el de tu cabeza proclamando el valor de tu
dignidad, después de tantas cicatrices marca-páginas
que duelen solo un segundo, comparadas con la lucha de toda
una vida gritando con el puño en alto.
No caminas silenciosa, sola ni con la incomodidad
en los zapatos, esperando a la soledad de una
vela encendida.
Es verdad que no hay nada más gratificante que
tu ruido, que tus pasos sin freno con rumbo
fijo y la belleza de tus pensamientos vivos.
Porque viva, llenas mis pulmones, mi mente, mi corazón
y todo el sentimiento.
No hay furia que haga callar tu rugido, leona.
Fuerte, poderosa. Arrasa con todo.
No hay furia que haga callar tu rugido, leona.
Fuerte, poderosa. Arrasa con todo.
Porque tu respuesta es mirar al mundo como una
cueva en la que nunca sobrarán luces en un
mañana.
Por el futuro, por nosotras.
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