miércoles, febrero 28, 2018

   En aquel bulevar recordé.
   Recordé sin la ayuda del fondo de una botella o la de un bosque de tela secando las lágrimas.
   Las piernas le temblaron dibujando los surcos de agua en el espejo.
   Ni una sonrisa. Solo una pregunta sin respuesta lanzada al aire.
   Dejándola llorar al ras del papel.
   Con la hora a los pies.
   Dejada atrás, sin voz y odiando el rumor.
   Se esconde en una sombra.
   Al lado, un árbol de lilas marca el mañana con las hojas caídas después de un diluvio inesperado.
   No hay peor cura que cortarse la garganta con un hilo de voz.
   Adiós al tiempo y lo que pensaba recuperado.
   No hay brisa más tenue que acune aquel sauce, dejándose peinar por los dedos de una guerrera.
   Y no hace nada más que repetir: "Eres golondrina con pata amarrada, que llueve porque lo dejen libre el día del amanecer".
   Y la tierra se traga sus palabras con la delicadeza del vuelo de una mariposa que se hace ser en un día. 

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