Manchas mis sábanas con tu presencia y mi almohada con tus intenciones, que van de cero a cien sin calarse. Ni un solo error.
Solo curvas cerradas a esta velocidad y, para hurgar en la noche, ninguna disculpa.
Especie en extinción, en qué hora decidí dejarte vivir. Deja de reírte de mí y mira por dónde vas, que atraviesas abismos sin respuestas, ni salidas.
Eres la mano en las bragas de otra, difuminándote entre las nubes de mármol y una ventisca improvisada a estas edades, gritando injurias sin sentido.
Y sin la energía suficiente, vengas de esta manera a una disputa sin fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario