martes, mayo 02, 2017

   Tienes razón cuando dices que me aferro a un callejón sin nombre.
   Cuando dices que mi casa está en el algodón negro.
   En cinco minutos de tensión antes de llegar a casa.
   En los dieciocho y en la nube que se cierne sobre mi pelo.
   Es verdad que soy más vela que mecha y, por eso, el reloj corre tan deprisa, porque es mi conejo blanco de la mala suerte.
   Que los párrafos no se completan y que no sé la dirección de mi destinatario.
   Hay respuestas que no se piden y preguntas en el aire que no se unen con ninguna boca de vuelta.
   Estas certezas que no se piden, que llevan alas de ángeles uniendo estrellas contando historias por constelaciones.
   Solo pido una firma, tinta y papel suficiente para toda una vida.
   Pintar poesía en los barrotes de la cárcel y salir de una condena perpetua, que llama a gritos a la libertad y al viento, su hijo.
   Porque hay finales incompletos como los infinitos de las manos.
   Como líneas de vida.

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